La gestión del mantenimiento es aquella filosofía de planificación
estratégica en donde todos los recursos materiales, humanos y de tiempo de un contexto
operacional específico, convergen para estructurar un sistema estable y eficiente.
Donde no solo la programación de tareas se aprovechan de ello, si no el
departamento de manera completa e integral:
Personal, sistemas, equipos, herramientas, materiales y repuestos.
En Venezuela la gestión de estos departamentos suele pasar
muy desapercibida ya que no se valora (o conocen) los beneficios intrínsecos que
esta suele tener con su implementación. Pero este pecado es un mal que se viene
arrastrando desde más de 40 años. Un mal que para erradicar es necesario crear
cultura, una cultura de mantenimiento. Cuando nació la tercera generación del
mantenimiento los expertos, departamentos y consultores en los países
industrializados, se habían percatado que esta ciencia ya adquiría valores y
conceptos mucho más complejos.
Modelos de fallas actuales
Que iban más allá de lo preventivo o correctivo.
Que iba mas allá de la curva de la bañera o de la mortalidad infantil en las
maquinas. Ya no eran dos tipos de mantenimiento, era media docena de ellos. Tampoco
había solo una frecuencia de fallas, esta como proceso mitotico se había extendido
a un espectro mucho más amplio. La gestión de estos departamentos era vital
para administrar de manera eficiente y continua todos estos conceptos, metodologías y
herramientas que surgían. Más tarde que nunca, mientras avanzaba el tiempo (y
con ello surgían nuevas teorías, modelos y generaciones del mantenimiento) la
cultura del mantenimiento se iba arraigando en las empresas y llego para
quedarse. La producción, eficiencia y eficacia estaba ligada al buen desempeño
y de estos departamentos. Algo impensable en la década de los 30's o 40's.
Lamentablemente en nuestro país son escazas las empresas que
cuentan con un sistema de mantenimiento entero y eficiente, que pueda manejar y
solventar las exigencias de sus organizaciones. O es bien sabido empresas que
cuentan con estos departamentos, pero la pobreza de sus procesos
administrativos, técnicos y la poca cultura que tienen acerca de esta
disciplina (como cosa irónica) no le permiten obtener esa eficiencia que se vea
reflejada en sus tableros de gestión, no les permiten ser motivo de orgullo y un ejemplo organizacional.
Aunque en todas las historias no solo hay villanos y esta no
es la excepción. Poco a poco la gestión y mantención de sistemas productivos ha
venido ganando espacios en nuestro país. Es un avance lento pero significativo.
Grandes empresa como PDVSA en los 2000, Polar, o transnacionales en nuestras tierras como
CNPC, Weatherford paulatinamente han venido haciendo ajustes para que el
funcionamiento de estos departamentos se venga ajustando a sus necesidades
operacionales y administrativas.
Crear cultura organizacional y empresarial es indispensable para el desarrollo sostenido
de cualquier empresa, no existe excepciones a esta regla. No solo una cultura relacionada al mantenimiento, si no a
todas las disciplinas y procesos ligados a la mejora continúa.
Aquellas organizaciones que son renuentes al
cambio y a los avances técnicos, estarán condenadas al estancamiento. El no arriesgar
en la reinversión, creación de nuevos sistemas muchos más eficientes, le restara
más temprano que tarde competitividad. Siempre hay que mirar alto, tomar como
norte a los líderes en sus respectivas áreas. Con esto no me refiero a copiar
procesos o soluciones empresariales. Me
refiero a hacer las cosas diferentes. Mucho mejores. El ingenio humano es
ilimitado y es bien sabido que se supera a sí mismo en cada momento. Contar con
ello es una bendición y saber emplearlo nuestro deber.